Casi cien años después de que se iniciara su construcción, el pantano del Conde del Guadalhorce (conocido antiguamente como El Chorro) es objeto hoy en día de una gran variedad de servicios, algunos de ellos con unos propósitos muy diferentes para los que fue concebido. El ingeniero Rafael Benjumea (cuyo título nobiliario daría después el nombre actual al embalse) poco podía imaginar cuando empezó las obras que aquella enorme reserva de agua con 70 hectómetros cúbicos de capacidad iba a acabar convirtiéndose en un foco turístico y en imán para aficionados a un deporte, que allá por el siglo XIX, no contaba precisamente por con muchos practicantes.
En los últimos tiempos, este pantano situado entre Ardales y Álora e integrado en el conjunto de embalses que completan el Guadalhorce y el Guadalteba se ha convertido en uno de los lugares más frecuentados por los practicantes del piragüismo, gracias a las condiciones ideales que reúnen sus aguas y que lo convierten en una interesante alternativa al mar. «Es más pequeño, más recogido, está rodeado de naturaleza y tiene unas aguas tranquilas donde es fácil navegar», explica Germán López, gerente de Indian Sport, empresa de turismo activo que dispone de una concesión para realizar actividades en la zona. López corrobora que la afición por esta modalidad deportiva ha ido en aumento, debido a que se trata de una disciplina más accesible tras la aparición de modelos de embarcaciones más ligeros y manejables, gracias a los nuevos materiales.
Aunque el deporte es siempre el mismo (piragüismo) el nombre de la embarcación varía según el tipo de pala que se use para remar. «Si es simple es una canoa, como la que tenían los indios americanos; si es doble es un kayak, que usaban los esquimales», aclara el responsable de Indian Sport. En El Chorro abundan sobre todo los kayaks, tanto para una como para dos personas. Aunque teóricamente cualquier persona que quiera navegar requiere de una autorización de la Agencia Andaluza del Agua, hay un buen número de practicantes que acuden a remar por libre sin que exista mucho control al respecto. «No hacemos nada malo, solo remamos. Otra cosa es lo que se ponen a pescar, a los que sí habría que prohibírselo», afirma un aficionado que ni siquiera conocía que hiciera falta un permiso.
Rutas guiadas
Actualmente, el Conde del Guadalhorce cuenta con tres zonas náuticas autorizadas para realizar sus actividades. Indian Sport dispone de su embarcadero dentro de las instalaciones del camping Parque Ardales, que tiene precisamente en el piragüismo uno de sus grandes atractivos. Los visitantes tienen la posibilidad de alquilar canoas y kayaks por libre, o realizar alguna ruta guiada por los principales rincones del pantano. La demanda ha crecido de tal manera que estos servicios son solicitados tanto por grupos de amigos, agencias de viajes, ayuntamientos o empresas que aprovechan para organizar jornadas que fomenten las relaciones personales entre sus empleados.
«Es una buena forma de pasar el rato y de conocer gente; y además es un deporte que no es nada cansado», apunta Nuria Sánchez, que acaba de pasar alojada en el camping cuatro días, uno de los cuales aprovechó para alquilar un kayak por primera vez. Germán López alude en este sentido a las facilidades para practicar el piragüismo: «Cualquier pueda meterse en el embalse y navegar a su ritmo, porque es uno mismo el que se marca los límites».
En el Ayuntamiento de Ardales se han recibido en los últimos tiempos distintos proyectos que pasan por potenciar aún más las actividades recreativas y de navegación en la zona, pero que se trata de iniciativas que chocan a veces con los condicionantes medioambientales y de seguridad que plantea la Agencia Andaluza del Agua. Uno de los proyectos pasaba por potenciar el esquí acuático. Otros han planteado la posibilidad de permitir el wind o el kite surf, aunque Germán López surgiere que, en este caso, el mar absorbe casi toda la demanda.
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